Fue al llegar a este punto cuando nos llevamos el fiasco del día. La calleja se encontraba completamente cerrada de maleza y no había salida.
Tras valorar si darnos la vuelta o saltar a unos prados que había cercanos, optamos por la segunda opción.

Allí, tras desmontar y volver a montar varias porteras, tirar literalmente las motos por paredes de metro y medio que separaban los prados, y no conseguir dar con salida alguna para enlazar con ningún sitio, optamos por deshacer el camino y conseguir volver a lo conocido.
Fruto del esfuerzo, así como del pensar en la prisa que tenia para volver a casa pues había quedado con la family para irme al pueblo, mi cuerpo y mi mente dijeron: bastaaaaaaa!!!!!!.
Un rato parados para recuperar fuerzas y nos dispusimos a deshacer el camino andado.




El camino de vuelta se me hizo interminable.
No tengo fuerzas apenas para sujetar el manillar haciendo que el mínimo obstáculo sea un mundo insuperable.
Me cuesta trabajo hasta sacar la cámara para hacer fotos, pero poco a poco y sufriendo como hacia tiempo que no sufría, vamos avanzando.



Por si fuera poco, me quedo sin agua en el camel-back, haciendo más penoso aun el avanzar por semejante berenjenal.
Frruto de lo anteriormente nombrado, me caigo un par de veces, quedando retorcida y enganchada mi pierna y siendo preciso el socorrerme mi amigo para quitarme la moto de encima.
¡Madre mía que forma de sufrir!.




No me digas como ni de que manera, pero conseguimos deshacer el camino y salir a una pista para tomar dirección al lugar de salida.
Me cuesta trabajo hasta rodar por una pista plana y llana, pues he dejado en aquel sendero mi espíritu.
Ya estamos llegando hasta el lugar de salida y los últimos kilómetros los hacemos por mas callejas igualmente preciosas pero que ya ni siquiera disfruto.







Al furgón conseguimos llegar sobre las cinco de la tarde; fundidos y sin comer, ¡¡¡pero llegamos!!!.
Cargamos las motos, cambio de vestimenta y ¡cagando leches! , hacia nuestra ciudad laboral.
La bronca que me gané por llegar tarde, no os la voy a contar pero podéis imaginarla.
Ducha rápida, sigo sin comer, y pongo rumbo con la familia y el coche hacia el norte de Extremadura.
Fue el domingo, tras cenar y dormir como un lirón el día anterior, cuando sin mucho madrugar me dispuse a cabalgar de nuevo.
Hoy lo haré en soledad y sin agobios. Parando donde y cuando quiera al no tener prisa para regresar.

Me dediqué a rodar por las inmediaciones del pueblo de MSE parando cuando me parecía para inmortalizar mi Cota en aquellos parajes.



La
modernidad va llegando a yodos los lados por muy recónditos que estén y ahora resulta que hay que pagar por recoger setas.
¡Ay si mi abuelo levantara la cabeza!.

Me acordé de un regato cercano y hacia allí apunté la rueda delantera.
Ahora lleva poco agua y se rueda de forma cómoda por el.




Por senderos casi cerrados de vegetación, al ser servidora el único majara que rueda por ellos, fui ganando altura poco a poco.

Unos kilómetros mas adelante, y habiendo ganado bastantes metros de altitud, volví a detenerme para disfrutar de los paisajes mientras la niebla iba y venia de un lado hacia otro.




Visité una mina de wolframio que hay en aquel monte, no atreviéndome a meterme demasiado por aquello de encontrarme solo.



Continué ascendiendo ahora por un sendero que he descubierto hace poco.
Estrecho, con bastantes zetas y mucha inclinación. Eso si, con unas vistas muy guapas de todo aquel valle.


Allí en lo alto, sobre los 1500 metros de altura, me detuve un buen rato para echar un cigarro y disfrutar de las vistas con mi lugar de nacimiento al fondo.




Y para descender hasta el mencionado pueblo, volví a rodar por “la calzada romana mas bonita del mundo mundial”.
Eso si, hoy parecía una romería. Debían haber soltado tres autobuses en lo alto, y mas de cien personas bajaban andando por la misma apropiándose con bolsas de todas las castañas que encontraban a su paso.



Bajé despacio, saludándolos uno a uno con el típico “buenos días”, y hubo suerte pues no observé ninguna mala cara y nadie dijo nada anormal.
Al final y debido a la fama que esta zona va cogiendo para andarines y pisaflores, voy a tomar la determinación de no rodar por estos sitios los días festivos.



Tomé una cerveza rápida en Ca Josito y regresé sin parada alguna hasta el lugar de salida para, hoy si, llegar a comer a horas normales con el resto de la familia.
Así ocurrieron las cosas estos días 12 y 13 de este mes de noviembre de 2016 por el sur de mi provincia laboral y mi lugar de nacimiento, en los que una vez más anduve con mi Cota en la entrepierna.
Al Tio Gene, recordarte que tenemos que volver al “sendero sin comer” para comprobar si tiene o no salida. ¡Gracias por esos ratos, tio!.
Saludos para todos, y